La orina se forma en los
glomérulos y túbulos renales, y es conducida a la pelvis renal por los túbulos
colectores. Los glomérulos funcionan como simples filtros a través de los que
pasan el agua, las sales y los productos de desecho de la sangre, hacia los
espacios de la cápsula de Bowman y desde allí hacia los túbulos renales. La
mayor parte del agua y de las sales son reabsorbidas desde los túbulos, y el
resto es excretado como orina. Los túbulos renales también eliminan otras sales
y productos de desecho que pasan desde la sangre a la orina. La cantidad normal
de orina eliminada en 24
horas es de 1,4 litros aproximadamente, aunque puede variar en función de la
ingestión de líquidos y de las pérdidas por vómitos o a través de la piel por la sudoración.
Los riñones también
son importantes para mantener el balance de líquidos y los niveles de sal así
como el equilibrio ácido-base. Cuando algún trastorno altera estos equilibrios
el riñón responde eliminando más o menos agua, sal, e hidrogeniones (iones de hidrógeno).
El riñón ayuda a mantener la tensión arterial normal; para ello, segrega la
hormona renina y elabora una hormona que estimula la producción de glóbulos
rojos (eritropoyetina).
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